martes, 19 de octubre de 2010

LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN

Dos Angeles viajeros se pararon para pasar la noche en el hogar de una familia muy adinerada. La familia era ruda y no quiso permitirle a los Angeles que se quedaran en la habitación de huéspedes de la mansión.

En vez de ser así, a los Angeles le dieron un espacio pequeño en el frío sótano de la casa.

A medida que ellos preparaban sus camas en el duro piso, el Angel más viejo vio un hueco en la pared y lo reparó.

Cuando el Ángel más joven preguntó ¿por qué?, el Angel más viejo le respondió, "Las Cosas no siempre son lo que parecen."

La siguiente noche, el par de Angeles vino a descansar en la casa de un señor y una señora, muy pobres, pero el señor y su esposa eran muy hospitalarios.

Después de compartir la poca comida que la familia pobre tenía, la pareja le permitió a los Angeles que durmieran en su cama donde ellos podrían tener una buena noche de descanso.

Cuando amaneció, al siguiente día, los Angeles encontraron bañados en lágrimas al Señor y a su Esposa. La única vaca que tenían, cuya leche había sido su única entrada de dinero, yacía muerta en el campo.

El Ángel más joven estaba furioso y preguntó al Angel más viejo, ¿cómo pudiste permitir que esto hubiera pasado?

El primer hombre lo tenía todo, sin embargo tú lo ayudaste; El Angel más joven le acusaba. La segunda familia tenía muy poco, pero estaba dispuesta a compartirlo todo, y tú permitiste que la vaca muriera.

"Las Cosas no siempre son lo que parecen,"

Le replicó el Ángel más viejo. "Cuando estábamos en aquel sótano de la inmensa mansión, yo noté que había oro almacenado en aquel hueco de la pared.

Debido a que el propietario estaba tan obsesionado con avaricia y no dispuesto a compartir su buena fortuna, yo sellé el hueco, de manera tal que nunca lo encontraría."

"Luego, anoche mientras dormíamos en la cama de la familia pobre, el ángel de la muerte vino en busca de la esposa del agricultor.

Y yo le di a la vaca en su lugar. “Las Cosas no siempre son lo que parecen."

Algunas veces, eso es exactamente lo que pasa cuando las cosas no salen como uno espera que salgan. Si tú tienes fe, solamente necesitas confiar en que cualesquiera que fueran las cosas que vengan, serán siempre para tu ventaja. Y podrías no saber esto hasta un poco más tarde …

Algunas personas vienen a nuestras vidas y rápidamente se van…

Algunas personas se convierten en amigos y perrmanecen por un tiempo... dejando huellas hermosas en nuestros corazones... y nunca volvemos a ser igual, porque hemos hecho un buen amigo!!

Ayer es historia. Mañana un misterio. Hoy es un regalo. Es por ello que es llamado el presente!

Creo que esta vida es especial...vívela y saborea cada momento...

Esto no es parte de una presentación o de un show!

viernes, 15 de octubre de 2010

Algo para reflexionar

LA SENCILLEZ Y LA SINCERIDAD GANAN CORAZONES



Un día Jesús fue invitado por jefe fariseo a una cena solemne, con muchos huéspedes. Al observar que los invitados escogían los primeros puestos, Jesús les propone escoger los últimos. Así, cuando venga el que los invitó dirá “Amigo, ven a sentarte más cerca”. Entonces quedará muy bien ante todos los comensales.
La propuesta de Jesús no es sólo una norma de educación y menos sagaz cálculo para hacerse buscar; Él crítica a quienes buscan honores y prestigio, aparentando lo que no son. En la comunidad de Jesús tal comportamiento no tiene cabida, porque “todo ell que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. En la escala de puestos que Jesús establece, el primero es el último, el que sirve. Son los pobres, los marginados, los enfermos, los que obtienen un trato preferencial. Dios “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.
A los arrogantes y orgullosos se les pedirá “ceder el puesto” a quienes han humillado, despreciado, maltratado y sometido a la vergüenza. Nada nos aleja tanto de nuestros hermanos de Dios como la altanería, el cálculo y el competir para ser más que los otros, creyendo que “tanto vales cuanto aparentas”. Hacer consistir la propia personalidad y valía en la apariencia u ostentación es una actitud insincera e incoherente, condenada por Jesús y por el sentido común.
Amar a quien nos ama, invitar a quien nos invita, puede ser la actitud egoísta de quien busca sólo su propio interés. Es un error creer que uno pertenece a la comunidad de Jesús por el hecho de compartir con quien puede invitarnos más adelante o de saber desenvolverse en el circulo de amistades y en las relaciones familiares.
“Dichoso tú si no pueden pagarte”. Es difícil entender estas palabras en un mundo donde predomina el intercambio, el provecho y el interés. Sin embargo, los momentos más bellos de nuestras vidas son los que sabemos vivir en la gratuidad y la generosidad, y cuando somos un regalo inmerecido del amor de Dios.
La verdadera grandeza del hombre se mide por su riqueza interior y humana, es decir, por su capacidad de amar. La humanidad no es masoquismo, sino el justo conocimiento de si mismo para ocupar exactamente el propio lugar en el banquete del reino del gozo sin fin.

Algo para reflexionar

LA SENCILLEZ Y LA SINCERIDAD GANAN CORAZONES


Un día Jesús fue invitado por jefe fariseo a una cena solemne, con muchos huéspedes. Al observar que los invitados escogían los primeros puestos, Jesús les propone escoger los últimos. Así, cuando venga el que los invitó dirá “Amigo, ven a sentarte más cerca”. Entonces quedará muy bien ante todos los comensales.
La propuesta de Jesús no es sólo una norma de educación y menos sagaz cálculo para hacerse buscar; Él crítica a quienes buscan honores y prestigio, aparentando lo que no son. En la comunidad de Jesús tal comportamiento no tiene cabida, porque “todo ell que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. En la escala de puestos que Jesús establece, el primero es el último, el que sirve. Son los pobres, los marginados, los enfermos, los que obtienen un trato preferencial. Dios “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.
A los arrogantes y orgullosos se les pedirá “ceder el puesto” a quienes han humillado, despreciado, maltratado y sometido a la vergüenza. Nada nos aleja tanto de nuestros hermanos de Dios como la altanería, el cálculo y el competir para ser más que los otros, creyendo que “tanto vales cuanto aparentas”. Hacer consistir la propia personalidad y valía en la apariencia u ostentación es una actitud insincera e incoherente, condenada por Jesús y por el sentido común.
Amar a quien nos ama, invitar a quien nos invita, puede ser la actitud egoísta de quien busca sólo su propio interés. Es un error creer que uno pertenece a la comunidad de Jesús por el hecho de compartir con quien puede invitarnos más adelante o de saber desenvolverse en el circulo de amistades y en las relaciones familiares.
“Dichoso tú si no pueden pagarte”. Es difícil entender estas palabras en un mundo donde predomina el intercambio, el provecho y el interés. Sin embargo, los momentos más bellos de nuestras vidas son los que sabemos vivir en la gratuidad y la generosidad, y cuando somos un regalo inmerecido del amor de Dios.
La verdadera grandeza del hombre se mide por su riqueza interior y humana, es decir, por su capacidad de amar. La humanidad no es masoquismo, sino el justo conocimiento de si mismo para ocupar exactamente el propio lugar en el banquete del reino del gozo sin fin.
LA SENCILLEZ Y LA SINCERIDAD GANAN CORAZONES





Un día Jesús fue invitado por jefe fariseo a una cena solemne, con muchos huéspedes. Al observar que los invitados escogían los primeros puestos, Jesús les propone escoger los últimos. Así, cuando venga el que los invitó dirá “Amigo, ven a sentarte más cerca”. Entonces quedará muy bien ante todos los comensales.



La propuesta de Jesús no es sólo una norma de educación y menos sagaz cálculo para hacerse buscar; Él crítica a quienes buscan honores y prestigio, aparentando lo que no son. En la comunidad de Jesús tal comportamiento no tiene cabida, porque “todo ell que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. En la escala de puestos que Jesús establece, el primero es el último, el que sirve. Son los pobres, los marginados, los enfermos, los que obtienen un trato preferencial. Dios “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.



A los arrogantes y orgullosos se les pedirá “ceder el puesto” a quienes han humillado, despreciado, maltratado y sometido a la vergüenza. Nada nos aleja tanto de nuestros hermanos de Dios como la altanería, el cálculo y el competir para ser más que los otros, creyendo que “tanto vales cuanto aparentas”. Hacer consistir la propia personalidad y valía en la apariencia u ostentación es una actitud insincera e incoherente, condenada por Jesús y por el sentido común.



Amar a quien nos ama, invitar a quien nos invita, puede ser la actitud egoísta de quien busca sólo su propio interés. Es un error creer que uno pertenece a la comunidad de Jesús por el hecho de compartir con quien puede invitarnos más adelante o de saber desenvolverse en el circulo de amistades y en las relaciones familiares.



“Dichoso tú si no pueden pagarte”. Es difícil entender estas palabras en un mundo donde predomina el intercambio, el provecho y el interés. Sin embargo, los momentos más bellos de nuestras vidas son los que sabemos vivir en la gratuidad y la generosidad, y cuando somos un regalo inmerecido del amor de Dios.



La verdadera grandeza del hombre se mide por su riqueza interior y humana, es decir, por su capacidad de amar. La humanidad no es masoquismo, sino el justo conocimiento de si mismo para ocupar exactamente el propio lugar en el banquete del reino del gozo sin fin.